DESCRIPCION

Componentes de un peirón (1)

Los peirones suelen ser de pequeñas dimensiones, compuesto de una columna o un pilar de sección cuadrada –prismática- y en algunas ocasiones cilíndrica u octogonal. En la S. de Albarracín, mayoritariamente miden de 2 a 3 m. de altura, tienen fustes prismáticos cuadrados y la mayoría están hechos de piedra, ladrillo, en ocasiones revocados y encalados. Se dan dos raros ejemplares hechos uno de hormigón -en Gea- y otro de hierro -en Monterde.
Se componen de estas partes -comenzando por la parte inferior del monumento-: grada (plataforma de uno o varios escalones), basa (soporte del fuste que algunas veces sustituye a la grada), fuste o caña, algunas veces flanqueado por cornisas denominadas collarinos y finalmente el edículo o baldaquino que se  compone de hornacina o capilla (que generalmente guarda la advocación o motivo del monumento), cimacio (tejadillo) y cruz. (Ibídem 4)
ETIMOLOGÍA
Peirón, es un vocablo que viene del latín vulgar (pilare: hito o mojón que se pone para señalar caminos), otros autores piensan que puede derivar de la raíz griega (per: "a través de", o de pagus: "aldea"), o bien de la palabra castellana (petra: "piedra"). Otras denominaciones de peirón que se oyen en nuestra Sierra son pairón, pilón y pilar.
El DRAE no recoge la palabra peirón sino su equivalente castellana humilladero que define como “Lugar devoto que suele haber a las entradas o salidas de los pueblos y junto a los caminos, con una cruz o imagen.”. El diccionario aragonés de Rafael Andolz recoge el vocablo peirón (o pairón) como propio de Albarracín y lo define como “pilar de piedra con hornacina en su parte superior que contiene alguna imagen sagrada a la que se dedica el pilar. Señalan en inicio o confluencia de caminos a la salida de los pueblos”
Finalmente, en el diccionario de Sebastián de Covarrubias de 1611 denominado acertadamente “Tesoro de la lengua castellana o española”, en la entrada para humilladeros y cruces cubiertas que, en castellano de la época, dice así:
 “Cierta capillita sobre pilares y cubierta con techo dentro de la cual está en medio, de ordinario, una cruz con la imagen de nuestro Redentor puesto en ella, o otra insignia devota de nuestra Señora o de algún santo. Y díxose assí por la devoción que tienen todos los fieles de humillarse passando por delante deste devoto lugar, que comúnmente está en las entradas o salidas de los lugares al camino real o trillado. Otros humilladeros están cubiertos con cruzes de piedra sobre peañas de gradas. Y ni más ni menos nos humillamos a éstos y a las ordinarias, que suelen ser de palo, a las quales los caminantes, con más fundada religión, les arriman las piedras que los gentiles hazían quando en las encrucijadas las amontonavan al pie del padrón o piedra de la efigie de Mercurio, a do estavan esculpidas letras que declaravan para dónde yva cada uno de los caminos”.[1]


[1] Citado en: Ignacio Calvo Bergegal, Los peirones de las tierras del Jiloca y Gallocanta, Ibídem 2